En una entrada del mes passat, "Per què, fer un treball del llibre llegit?", reflexionàvem sobre el fet de demanar els nens i nenes que ens parlin sobre allò que llegeixen.
Avui us proposem la lectura d'un fragment d'un llibre de Teresa Colomer, experta en literatura infantil, Introducción a la literatura infantil y juvenil actual. Síntesis, 2010.
...
¿Hay que hacer trabajos sobre
los libros leídos?
Sí. Si cumplen determinadas
condiciones. Si se crea una buena relación con los libros, a los niños y niñas
acostumbra a gustarles saber cosas sobre sus autores e ilustradores favoritos o
realizar actividades sobre las historias leídas. El contexto escolar crea un
sentimiento de naturalidad en estas tareas que no tienen por qué vivirse como
un contrasentido. Todo depende, entonces, del tipo de trabajo que se emprenda.
Los niños se muestran interesados en actividades creativas de extensión de sus
lecturas como dramatizar, dibujar, discutir o escribir entorno a poemas,
personajes o autores, o bien hallan placer en profundizar sus lecturas de
manera que pasen a darse cuenta de muchos aspectos que les habían pasado
inadvertidas. No hay que subestimar nunca el interés por el conocimiento,
propio de los seres humanos, aunque la escuela se empeñe tan a menudo en
esterilizarlo.
Un ejemplo de trabajo inadecuado,
por ejemplo, es el de mandar hacer resúmenes de las historias leídas. Puede
servir para aprender a resumir relatos si se está abordando ese objetivo
concreto, pero nunca servirá para profundizar en la lectura ni para interesar
por los libros. Ni siquiera sirve para asegurar que se han leído los libros, ya
que existen múltiples maneras de sortear esa tarea.
En cambio, sin movernos del trabajo
individual, las "libretas de biblioteca", "cuadernos de
lectura" o su equivalente en las nuevas tecnologías, pueden cumplir una
excelente función si lo que tienen que hacer los niños y niñas son trabajos muy
breves, muy variados y que lleven a fijarse en distintos aspectos de los
libros. Si los niños tienen que seguir una consigna distinta cada vez, tales
como escoger una frase que les haya gustado especialmente, buscar una
descripción, hablar sobre el protagonista o sobre un personaje secundario,
observar quién cuenta la historia, etc., ello les lleva a fijarse sin problemas
en los distintos elementos constructivos del libro. A la vez los datos
bibliográficos que figuran al inicio de su página o blog pueden ser más
completos a medida que ascienden en los cursos. El cuaderno de biblioteca puede
suponer también una memoria personal de algunas de las lecturas escolares de
los niños y niñas, un instrumento de evaluación formativa, ya que permite un
diálogo (aunque no un "pasar cuentas") entre los alumnos y el maestro
sobre las lecturas realizadas.
Como en cualquier rutina escolar continuada, en un momento determinado los niños y niñas desean ponerle fin para poder sentirse mayores. Simplemente hay que buscar entonces nuevas formas de colaboración educativa. Incluso puede recurrirse a nuevos tipos de blogs o cuadernos de lectura que sean, o bien mucho más personales, o bien, al contrario, de público acceso, sirviendo así de discusión colectiva escrita sobre los libros de aula.
No cal que us diguem que suscrivim el que afirma Teresa Colomé (excepte allò que l'escola, en genèric, s'entesta en esterilitzar l'interès pel coneixement que poseeixen les criatures). I que us recomanem la lectura del llibre sencer.
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